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jueves, 19 de agosto de 2010

Una tarde cualquiera





Salgo del portal y miro al cielo, veo su azul bañándome la piel y al calor correr por mi pecho en forma de sudor de verano que surge nada mas ducharte, aun así huelo el aroma del perfume mezclándose con el PH que sale de mi camiseta y sigo adelante. Comienzo a bajar la cuesta que tanto me va a joder subir después, me acoplo los auriculares del MP4 en mis oídos y las gafas de sol en mi cara, para así evadirme del mundo que va surgiendo a mi alrededor como la hierba en las cunetas, sin control.
Voy observando a la gente, ellos no me ven, pero les observo! Cada uno de un color diferente, de países muy distintos, llegados hasta aquí con esperanza y cuando les miro me pongo a pensar si aquel de la cresta o aquel skin, o esa que va de latín King, aquel que está pidiendo un cigarrillo con pinta de tener el mono y oliendo a sudor tres metros antes de que llegue hasta él y me toque a mi comerme su aliento cuando me pida un pitillo, si a todos ellos y alguno más la esperanza no se le quedaría en el camino recorrido hasta llegar aquí, desde allá de donde partieron.
Salve el obstáculo del drogata porque pilló a una pobre a la que le saco tres cigarrillos, mas por miedo que por pena.., se le veía en la cara!
Prosigo mi camino y suena una de Queen en mis oídos, me relajo un poco y mis pasos avanzan entre el tumulto de personas que pueblan estas callejuelas, antaño parte importante de un núcleo urbano, hoy pasto del dolor humano, en forma de miseria y desazón.
Pero a medida que me acerco a la claridad que dejan pasar los edificios, ya no tan pegados, la vida cobra otro sentido y mirando hacia atrás me doy cuenta de lo mal repartido que esta el mundo. Allí tan negro y aquí tan blanco.
Estamos en Agosto y a media tarde salir a pasear es una opción apetecible, no solo para mi, aunque los 25º grados que marcan los termómetros de la calle puedan insinuar lo contrario. El caso es que desde mi mirada anónima, escondida tras los cristales, voy viendo pasar la vida y a quien la vive conmigo a la par.
Me surge espontanea una sonrisa al ver como un niño disfruta de su helado y al otro lado de la calle dos jovencitos se besas apasionadamente, sin importarles quien pase a su vera mientras miran el escaparate de una tienda de ropa, un poco moderna ya para mi, pero muy apetecible para ellos.
Yo sigo a mi rollo de pasar de todo mientras camino, haciendo que no me fijo en nada, pero quedándome con miles de detalles mientras otra canción empieza a sonar..., es Bonie Tayler y el ritmo de la misma hace que sin querer acelere mi paso un poco y mis dedos disimuladamente se muevan al compas de la melodía.
Entre tanta gente, de vez en cuando elevo mi mirada al cielo y me quedo con algo que muchos no ven, aquellos edificios antiguos ya restaurados y sus fachadas limpias e impolutas de nuevo, después de haber pasado el tiempo por su piedra arañando sus capas. Son como vestigios de lo que fue antaño aquella ciudad y hoy simplemente esta reinventándose a si misma para cubrir otras expectativas de cara a un futuro incierto, donde cada uno va cada día mas a lo suyo y el horizonte no es tan claro como muchos quisieran.
Así voy pasando el tiempo, entre calles estrechas llenas de tiendas y escaparates que gritan COMPRAME!! que estoy en rebajas, mientras mi mente se traslada a miles de kilómetros cuando veo a esas parejas cogidas de la mano, dándose su tiempo para reír, su tiempo para hablar, como adolescentes o maduros enamorados que disfrutan a cada paso de la compañía que yo no tengo y desearía en esos instantes poder mirar, tocar o besar.
Mira que gracia!, suena ahora una canción romántica, como queriendo acompañar ese momento, dándole mas énfasis a mis sentimientos de lo que quisiera, pues bastante doloroso es no tenerla, así que agacho un poco la mirada y continuo mi camino esquivando personas, evadiendo sufrir, pero sin dejar de pensar en ella.
Paso cerca de un personaje peculiar y me paro por un instante, esta inmóvil, con la mirada fija en la nada, simplemente está! y le echo un par de monedas, quizás sea una ayuda para la cena de esa noche, al fin y al cabo cada uno nos buscamos la vida como podemos y tan digna es la suya como la mía, ni siquiera me ha mirado por cierto!
Así que me pongo de nuevo a caminar escondido en mi vida y me voy alejando de ese lugar, abriendo la calle hacia el centro de la ciudad para perderme entre su maraña de calles y empedradas aceras mientras sigo a lo mío, y observando al mundo pasar. Al fin y al cabo soy humano, o que creías!!?


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo también me suelo esconder, tras unas gafas de sol, tras un oportuno mensaje en el móvil,tras lo que sea...
Al fin y al cabo soy humana también :)
SALUDOS

galmar dijo...

Todos somos humanos, hermoso poema para perderse:) buen día:)

Nereidas-andresdeartabroblogpost,com dijo...

Compañía que no tienes
¡Mirar tocar, besar! poderosas ausencias
partir dela vida que no está
pero en torno a ti todo es vida
ni el MP4 consigue aislarte del mundo.
bonita entrada mejor confesion.
un saludo

HADALUNA dijo...

Un relato cargado de realismo.

Ojalá que esa música romántica suene otra vez cuando puedas acariciar a quien se instaló en tu mente mientras la oías.

Besitos.

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