Resolviendo palabras

Desmenuzaba el calendario a mi antojo, mientras los días apabullaban con su implacable latir. Confuso y tedioso, avanzaba el tiempo entre anhelos y una gran variedad de sueños. La imaginación no cejaba en su empeño, de resolver el crucigrama que se planteaba en mi corazón..., y allí estaba yo! acompañando a mi melancolía, los dos juntos batallando para encontrar la palabra que defina esta ilusión.
Era tarde, de hecho ya había anochecido y las luces artificiales me seguían fieles, como un perro a su dueño, en la ronda habitual de un paseo ya programado.
Manos en los bolsillos y mirada al suelo, avanzaba por la ciudad sumido en mis tormentos, que a su vez eran las ambiciones y propósitos por los que seguía viviendo.
No podía evitar que por momentos, la mirada se perdiera en aquel ancho cielo y levantando la cabeza, anonadado me dejaba su inmensidad, mientras lo admiraba cubierto de estrellas y sentía que era el manto que arropaba a mi amor. Buscaba entre todas ellas, una que sentir mía pudiera, para nombrarla guía de mis desvelos hasta el amanecer.
Entre tanto mi mente no reposaba, almacenaba a cada instante ideas, planes y razonamientos, que grabados quedaban en mis adentros para poder darles forma llegado el momento.
Apenas intuía en mi caminar pausado, el ajetreo que causaba a mi alrededor una ciudad aun despierta, con su tráfico y sus gentes apagando los últimos resquicios de un día que llegaba a su fin. Yo era mi centro en este apretado universo, donde solo me importabas tú, y girando a mi alrededor solo la incertidumbre daba paso a la cordura.
¿Cuánto tiempo estuve así? ni lo sé! pero ya cercano el amanecer, encontré entre la amalgama de letras que rondaron conmigo durante este tiempo, las palabras justas para definir lo que siento y expresarlo con tiento en este lapso, que va desde mis miedos al desconcierto, en el que por un instante en mi mente te veo y no dejo que te vayas sin antes decirte..., cuanto te quiero.