
Flotando en mi cama, con mi nostalgia me encuentro, con la mente robándole recuerdos a un pasado arrinconado y desahuciado, mientras todo a mí alrededor se mueve, colocando las fichas en el orden adecuado para formar ese pasatiempo absurdo, que algunos llaman futuro.
La cadencia del latido que acompaña al tiempo, señala el ritmo armónico de la memoria, que con su danza transita por mi mente, como el peregrino en el camino: constante y persistente.
Me dejo envolver por sus vuelcos, de constantes variantes, mandándome del "quiero" al "puedo" y del "siento" al "tengo" sin oponer resistencia. Me tiene en sus manos y me dejo llevar, cual hoja en la corriente contra la que no puede luchar.
Así va pasando el tiempo y con él los momentos, hasta que al fin llego a este presente incierto, donde contigo me encuentro. Es entonces cuando pongo toda mi atención y renuevo el aire en mi interior, para dar frescura a la mente y así me deje gobernar este barco, que navegando hasta tu puerto me acerque.
Mi sentimiento crece, me apasiona en mis sueños verte y te añoro a mi lado, allí donde el campito crece, guardando el lugar que tu cuerpo merece para abrazar el calor que mi amor desprende y aplacar ese frio que la distancia tiene.
Solo pienso en tenerte, en acompañar tus noches de relente con la palabra fácil que a tu oído llegue, susurrando entre caricias perennes los sentimientos hoy ausentes y amarte al compás que marcan los latidos de un corazón ardiente.
En mi almohada te dejo que registres tu pelo, para acariciarlo mientras te beso y aspirar su aroma mientras con mi abrazo te duermo.
Tengo reservado el derecho de admisión y depositada sin condición tu reserva en mi corazón, para el día que llegues, recibir como se merece a quien esperó paciente que el amor plantara, la semilla que mañana en flor se convertirá.